Era una fría mañana de enero, con la vista puesta en el objetivo deportivo del año, me dispongo a hacer un poco de rodaje por carreteras llanas. El termómetro marca temperaturas alrededor de 0º C y cuesta arrancar, pero a medida que los kilómetros van pasando se me quitan las ganas de volver a casa, al calor del hogar, y voy encontrando buenas sensaciones movido más por la ilusión de hacer la Quebrantahuesos 2012 que por las condiciones.
Sobre la marcha me planteo una ruta de ida y vuelta por el mismo recorrido. Un vez que llego al punto más lejano y me tomo un merecido café para calentar el cuerpo me dispongo a desandar el camino.
He salido solo como de costumbre y me voy picando con los numerosos cicloturistas que me preceden, aunque no debería por las fechas del plan de entrenamiento en las que estamos.
A pocos kilómetros de casa en una recta en la que voy lo mas pegado al límite del asfalto que puedo un coche que viene de frente se pone a adelantar al que le precede justo a mi altura. “Si yo fuera un coche el que está adelantando se esperaría” pienso.
Continuo la marcha y entro en una zona de glorietas muy cerca de casa. En una de ellas miro en todas las direcciones para asegurarme de que no viene nadie y aminoró la velocidad e indico que voy de frente. Como de la nada y en ese mismo instante me adelanta un camión de mudanza que gira a la derecha.
Golpeo contra la caja del camión y de repente me veo envuelto por este con mi hombro y brazo derecho como elemento de contacto. Esa frase que parece fruto de la industria del cine “vi pasar toda mi vida delante de mí en un segundo” ahora me está pasando a mí y en décimas de segundo reacciono y me viene a la mente las ruedas del camión. Como un resorte algo en mi mente me anima a reaccionar haciendo fuerza con el brazo para evitar ser engullido por las ruedas. Una vez que pasa y roza toda la caja de carga por mi brazo pierdo el equilibrio al no tener apoyo y me voy al suelo.
El camión sin rozadura alguna continúa su marcha.
Yo con una tembladera proveniente del estado de nervios por el incidente, un fuerte golpe en la rodilla derecha y una fuerte rozadura, me pregunto y me sigo preguntando ¿por qué? ¿Qué hice mal?
Tristemente en las últimas fechas y después de los últimos acontecimientos se ha vuelto a poner sobre la mesa las cifras de los ciclistas fallecidos en las carreteras a causa de accidentes.
En 2009, según las cifras de la DGT, 3.262 ciclistas se vieron implicados en accidentes de tráfico en nuestras carreteras y 56 de ellos perdieron la vida.
En 2010 murieron en las carreteras 67 ciclista, en 2011 fueron 49 los ciclistas que perdieron la vida y en 2012 aumentaron a 72 ciclistas.
En 2013, ultimo año con cifras publicadas, aumento considerablemente el número de accidentes en los que se vio implicado un ciclista, siendo un total de 5.425 y 69 las victimas mortales.
Según mi opinión toda solución pasa principalmente por el respeto hacia el ciclista y por el apoyo de las instituciones para crear y mejorar las instalaciones para la práctica de este maravilloso deporte.